Alguien que me inició en la navegación por la red de redes
me insistía siempre en que el consumo de materiales divulgados en ella no podía
asumirlo de manera acrítica y ciega, lo que suscribo al paso del tiempo.
Explorando en la red, para conocer qué se publica sobre
nuestro territorio, me encontré con varios reportes de un mismo suceso, pero presentado
con versiones diferentes; coincidiendo solamente en la cifra de participantes
(8 “activistas” de derechos humanos), el lugar (sede de la Fiscalía General de
la República), la fecha y la hora. Uno de los “reporteros” asegura que se
trataba de una “sonada protesta” en que “desplegaron carteles con enunciados a
favor de la libertad de los presos políticos y el respeto a los derechos
humanos, a la vez que gritaban consignas contra el régimen…”; el otro que “una
protesta cívica no violenta en apoyo a Bárbara Fernández Barrera….”. Uno asegura
que los mantuvieron en el lugar por cuatro
horas, el otro que por dos horas. Uno de los reporteros se presenta como el “organizador
de la protesta”, y el otro lo menciona únicamente como participante. El sitio
en que se refiere el despliegue de carteles, anexa dos fotos, en que estos no
se ven. Afirman haber sido rodeados por carros de la PNR, pero en las fotos no
están.
Otro ejemplo similar lo vivencié a finales del mes pasado
cuando se replicaba una “golpiza” recibida por Bárbara Fernández Barrera, que
se presentó como “represalia por su condición de opositora”, pero al llamar a
un viejo amigo del Ariguanabo, me contó que conocía del incidente, pues vive
relativamente cerca de la “salvajemente agredida”, aclarándome que la “agresora”
era Maritza Caridad Martínez Pérez, otra “opositora”, que de un plumazo el
reportero la convierte en “una represora al servicio de la Seguridad del Estado”;
y que la causa de la trifulca era dinero, único contenido de las exigencias de
ambas en medio de la alteración del orden que ocasionaron. Algunos vecinos
llegan a rumorar que la verdadera causa es la relación amorosa que sostiene
Maritza con Misael Aguilar, el esposo de Barbarita, mientras esta última logra
consuelo frecuentemente en los brazos de Carlos Manuel Pupo, su “amado” jefe.
Lo que no pasó de ser una “chancletada solariega”, dejó como
saldo daños al celular y la sombrilla de Bárbara; no apreciándose ninguna
lesión por el médico de guardia en el Hospital, al que exigieron ambas un
certificado para acompañar las denuncias respectivas formuladas ante la PNR de
ese municipio. Parece que Bárbara ha resultado ingrata, pues durante su “huelga
de hambre de estación”, porque no era época de aguacate, que simuló a finales
del pasado año, la “represora” Maritzita, fue quien llevó a San Antonio de los
Baños al asalariado Moisés Leonardo Rodríguez Valdés, de Cabañas, e hicieron un
audiovisual sobre su “grave estado de salud” y la causa de su exigencia: el
supuesto corte del servicio de agua a su vivienda por el gobierno local; una
farsa, cuyos detalles mi amigo prometió ampliar.
Así venden estos “periodistas” la imagen de Cuba y de su
gente, que se erigen además en diseñadores absolutos del futuro de nuestro
país. Sálveme Dios.
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