Sin mucho ruido
la Engañadora del Ariguanabo debutó
como integrante de la muy “selecta” Red Cubana de Comunicadores Comunitarios, a
la que debo reconocer la voluntad de renunciar tácitamente a la pretensión de
otros de presentar como “periodista” a cuanto renegado se presta a denigrar la
obra del pueblo cubano.
En un
reciente artículo, colgado en el blog de esa organización y
replicado en varios sitios de igual propósito zanjonero, la “comunicadora”
retoma el manido tema de ser “víctima” de una injusticia al privársele
arbitrariamente del servicio de agua en su vivienda, por su condición de
contrarrevolucionaria; agregando que esta situación le impone la necesidad
diaria de caminar un kilómetro para poder adquirir el preciado líquido.
Con
tal narración cualquier lector se imaginaría que esta familia vive en una zona
rural o semidesértica, sin embargo residen en la porción occidental de la
cabecera municipal de San Antonio de los Baños. En el siguiente mapa ubico
geográficamente la vivienda, y les invito a calcular la cantidad de casas o
instituciones que se ubican en ese perímetro.
Muchos
visitantes foráneos coinciden en destacar como rasgos de la idiosincrasia del
cubano la hospitalidad y la solidaridad humana. Yo crecí escuchando a mis
abuelos y padres repitiendo que el vecino es el familiar más cercano, y son innumerables
los testimonios de esa praxis.
¿Son
diferentes los habitantes de San Antonio de los Baños?, ¿Esta comunicadora no logra la solidaridad de nadie en los
alrededores? ¿La causa estará asociada a las malas relaciones humanas que se le
señalan por sus vecinos? ¿La flamante comunicadora
tiene dificultad para calcular las distancias? ¿A quién y por qué engaña? No
creo que para dilucidar estas interrogantes nos haga ir a Prado y Neptuno,
donde Enrique Jorrín se inspiró en la primera Engañadora, que no supo que a los
hombres nadie los puede engañar.