Todo es
imposible mientras lo parece, pero somos de la estirpe de los que saben pelear
por sus sueños.
El
sobresalto de preescolar cedió terreno frente al optimismo que construimos,
como testigos excepcionales de su crecimiento, y el afán de moldearlos como
personas.
Y aquí está
el resultado, vean a nuestros chiquillos, devenidos niños escolares, y a las
puertas de la adolescencia, etapa con nuevos encantos y, sobre todo, nuevos
retos.
Es cierto
que cada maestro tiene su librito, pero todos coincidimos en que con amor y
paciencia se logran los mejores resultados en nuestros pequeños; y a los padres
de sus escolares nos consta la abundancia de estas virtudes en el claustro, las
auxiliares y los trabajadores de servicio de este centro.
Los vimos
desplegar todo su arsenal creativo mientras instruyeron o jugaron con nuestros
hijos, admiramos sus gestos de sacrificio, dedicación, modestia y entrega
incondicional a la tan compleja labor de formar al hombre nuevo.
Su sentido
de pertenencia y compromiso catalizó la convocatoria que nos hicieron a pensar
juntos, aprender los unos de los otros, descubrir nuevos rasgos en nuestros
hijos, soñar despiertos, imaginar en casa un pichón de atleta, un profesional,
un intelectual, un obrero, un campesino, un militar, pero lo más importante es
que todos resulten hombres o mujeres de bien, que amen a su Patria, al medio
donde viven, y sobre todo, que se sientan orgullosos de eso.
Disfrutamos
cada habilidad incorporada y los conocimientos adquiridos por nuestros hijos,
sus anécdotas sobre los nuevos amigos y descubrimientos, las actitudes que se
perfilaban, los rasgos del carácter, sus comentarios y ocurrencias, siempre
acompañados de la referencia o la exhaltación a Ustedes, sus maestros, y
estamos seguros que siempre los recordarán guiándolos en las enseñanzas y los
juegos.
Su capacidad
de movilizar voluntades nos involucró en el papel de complementar y ejercitar
lo que le enseñaron a nuestros pequeños, en perfilar su conductas y la
educación en los valores más genuinos de la Revolución cubana, y que Ustedes
supieron transmitir.
Compartimos
el deseo de lo mejor para estos chiquitines, como también esperamos lo mejor de
cada uno de ellos.
A todos Ustedes, los que dedican sus días a enseñar
el abecé de la vida a nuestros hijos, por hallar mil razones para seguir
brindando su savia a quienes merecen amor, por preparar para la vida a las
generaciones que están espigando, los padres, y nuestros hijos, con mucho
cariño, le ofrecemos el mejor de los regalos: un beso y una sonrisa, de todo
corazón.
Honrarlos,
nos honra.
Muchas
gracias.
(Foto tomada de artemisadiario.cu).