En realidad
me resultó un tanto ridículo el mensaje de “amor” de Su Santidad Raúl
Velázquez, publicado como editorial en el más reciente número de El Majadero,
aunque fue una sorpresa descubrir, gracias a su talento, que “solo basta mirar
por la ventana y ver la luz del día, que está ahí para todos… lo dice el sol:
hoy amaneció para todos”; sin comentarios.
Debo
reconocer, sin embargo, que en su conducta, este cuasi poeta y mercenario ha
incorporado algunos gestos que pudieran denotar respeto a la pluralidad
política, claro que mediante un precio "módico", al conocer que en su casa ofrece servicios de impresión, a color, de
documentos, certificados de reconocimiento sindical, octavillas por el balance
de la juventud comunista, trabajos prácticos de estudiantes de bachiller en los
alrededores de su vivienda, entre otros.
Su
desprendimiento me obliga a reciprocarle con la sugerencia de que tramite una
licencia de trabajador por cuenta propia, y de exigírsele la licitud de los
medios que emplea, mostrar los documentos que acreditan su obtención con los
recursos asignados por el ICLEP. Lo que no me atrevo a sugerir es lo que
explicaría ante una reclamación de Normando Hernández, que en definitiva puso
la plata.
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